Ganadoras del I Certamen de Relatos cortos contra la violencia hacia las mujeres

«Querida humanidad… (O lo que queda de ella)»

Soy una niña…una simple niña…a la que le gusta el rosa, le gusta jugar con muñecas y le gusta peinarse. Soy una niña, tímida, coqueta y paciente. Soy una niña divertida y chistosa. Me gustan los animales y no hay nada mejor como jugar con mi pelota. Mi vehículo favorito es un Ferrari azul. A veces me río demasiado y cuando bailo me despeino y parezco un monstruo. Siempre me ha gustado aprender cosas nuevas y ojalá algún día llegue al espacio…
Me gustan tantas cosas…pero a la sociedad no. A la sociedad no le gusta que responda ni que diga palabrotas. No le gusta que eructe ya que eso no es propio de una señorita. Debo aprender a cocinar para un futuro y prepararme para ser una buena madre, a pesar de que en el fondo deteste tener hijos. No puedo contar las veces que me han mirado de arriba abajo por no depilarme las piernas, ni las veces que mi madre me ha advertido sobre volver sola a casa, especialmente de noche. ¿Cuántas veces me han gritado por la calle señores con la edad de mis abuelos? Y ¿cuántas veces me han silbado como si fuese tonta o insignificante? Odio cuando me pongo mi falda favorita, ya que cuando lo hago, todos estarán pendientes de si se me ven las nalgas o no. Nunca entendí por qué aquel hombre me tocaba el pantalón en la villavesa y menos aun cuando aquel joven me amenazó simplemente por decirle que no. Siempre quedará grabado en mi mente el día en el que el padre de mi amigo apaleó a la madre de éste. Y detesto pensar que ese será mi futuro, probablemente.
No. No quiero. No quiero que me hagan olvidar quién soy. Me niego. Me niego a olvidar que soy una persona. Niño, niña…da igual. Mis genitales no pueden limitar mis derechos, ni mi libertad. No puedo cobrar menos por ser mujer, ni quedarme en casa por no ser hombre. Es inútil intentar clasificar a una persona dependiendo de sus órganos sexuales. No es justo, ni igualitario. Ninguna niña se merece nacer en esa sociedad.
No por eso quiero ser un niño, pero tampoco una simple niña: Quiero ser una niña, pero con derechos y libertad.

«ALMA JOTERA»

Érase una vez una abuela con un refrán en la boca que bailaba la jota en corro.
Erase un dulce recuerdo a panecillos calientes con mantequilla acurrucada entra sabanas perfumadas y olor a casa bien limpia. Éranse muchas, muchas mañanas de rociar colonia en pelo, trenzas y vestido acicalando nietas, para, sin quitarse el mandil, alardear de guapas y bien plantás con todas las vecinas. Que si la envidia fuese tiña…
Éranse unos días jubilosos, de jotas y pasacalles. Una más en el corro de mujeres que habían mamao» la jota con sus madres y abuelas y habían heredao la costumbre de festejar. Que habían dejado las penas para mañana, y la casa bien «apañaá» para echarse a bailar como si no hubiese mañana, que las penas con pan son menos y el fin del mundo, mejor que te pille bailando.
Érase una abuela con muchas horas echadas en la barra de un bar de la calle Comedias sacando fritos antes de irse a estremar la casa de la Fefa y la suya pa luego-. Muchos años escuchando a la Francis entre pucheros mientras cosía pa las modistas-. Muchos años de ir a la fábrica, muchos como lechera de casa a casa desde la fuente de la teja. Y muchos más años de hacerlo como quien sale a pasear por gusto, como quien entre acto y acto se airea un rato… Porque lo suyo, lo de ellas, era sacar la casa adelante y fregotearlo todo y lo otro, cosa de otros. Mal casada y jodida, como dirían ellas, pero con temple y brío para echárselo a la espalda. Y si son desgracias mejor echarlas pal fondo que manzana podrida pudre ..tol cesto. Poco jornal y mucho que trajinar para sacar a tanto hombre adelante. Pero la fuerza de un toro para hacerlo que hasta el parto le pilló a alguna estremando y aún tuvo coraje para terminar la faena… ¡Que no eran ellas de quedar mal con la patrona!
¡ Jodidas mujeres alcahuetas! Como decía alguno. Mujeres que pasaron la posguerra arreglando la vida entre tendederos y -apañaron- hijos, trabajos y penas comadreando. Muchas bocas -pa- tan poco pollo y mucha faena -pa- apañarlo todo.
Cuando yo nací, mi abuela era una mujer aún joven pero con un saber querer muy curtido del que solo quiere dar . Siguió estremando casas hasta los setenta y seis años para sacarse el jornal. Ese jornal fantasma de las que nunca trabajaron y a las que no les quedó otra que seguir trabajando .Ese jornal que sacó adelante a todos sus hombres y no dejó ni rastro. Ese jornal de las que sólo cuidaron de su casa. Y como dirían ellas, de casta le viene al galgo: Éranse unas nietas que mamaron de sus abuelas lo que es ponerse el mundo por montera y la montera por mundo y siguieron disfrutando de bailar la jota en corro.
¡Por nosotras y por todas las mujeres que nos han sacado adelante en la sombra!